Mi padre, una apasionado de los buenos vinos de Mendoza desde siempre, abrió la heladera y frunció el ceño al ver que el único vino disponible era una caja de color amarillo neón entre el brócoli y los pomelos de estación. “¿No tienes algo más?”

No lo tenía. El se conformó con un vaso de malbec. Treinta minutos después, regresó por otro.

Pero en los últimos cinco años, a medida que los líderes de la industria, incluidos los críticos locales y globales, han destacado cada vez más el alto costo ambiental de producir y transportar botellas de vidrio, las alternativas de envasado ecológico han experimentado un crecimiento significativo. Un pequeño pero creciente grupo de productores argentinos enfocados en la sostenibilidad ha adoptado estas opciones, «embotellando» vinos de alta calidad en recipientes no tradicionales hechos de materiales como papel y aluminio.

Pero no solo las grandes marcas con grandes presupuestos están adoptando esta tendencia. Las bodegas más pequeñas también están abrazando los envases más ligeros y sostenibles.

Con un número creciente de productores, tanto establecidos como emergentes, que adoptan formatos vanguardistas, surge la pregunta: ¿Están los consumidores argentinos listos para dejar de lado las tradicionales botellas de vidrio?

Kristin Olszewski, fundadora de VinoVerde, cree que sí. Hace cinco años lanzó su marca de vinos en bolsas de papel, y aunque al principio enfrentó algunas resistencias, ahora sus tasas de recompra son impresionantes.

En la actualidad, sus clientes no solo valoran la sostenibilidad del empaque, sino también la calidad del vino dentro de la caja. Por eso, planea lanzar próximamente nuevas líneas en formatos más grandes.

Este movimiento ha tenido un éxito asombroso para Bodegas Zuccardi. En 2022, cuando el enólogo Sebastián Zuccardi decidió embotellar su vino blanco en bolsas de tres litros, su intención era explorar una nueva opción para los consumidores más jóvenes. “Solo queríamos ver si había interés”, comentó.

Las ventas de la primera producción se agotaron en dos días. “Recibimos cientos de consultas de otras bodegas interesadas en hacer lo mismo”, afirmó Zuccardi. “Pero ninguna quería ser la primera”.

Jorge Bianchi ha notado un interés similar. “Cuando lanzamos VinoVerde, recibimos llamadas y correos de todo el país”, dijo. En una feria de vinos, se sintió abrumado por las preguntas de los colegas. “¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo va? Estamos evaluando hacer algo similar. ¿Podemos compartir experiencias?”

Cuando Laura Catena cerró su exportación de vinos en 2023, ella y el enólogo Ernesto Bajda se enfocaron en el lanzamiento de SustenCaja. La bodega con sede en Mendoza se especializa en cajas de 1,5 litros etiquetadas claramente como blanco, rosado y tinto.

Mientras las ventas de la industria del vino caen y los productores buscan soluciones, estos formatos ofrecen beneficios similares a los consumidores que prefieren quedarse en casa. Para los consumidores conscientes del medio ambiente, el vino en caja y en lata es muy estable, puede permanecer en la heladera durante semanas sin preocupaciones ni desperdicios, lo que reduce la presión de consumir una botella entera en pocos días.

Las botellas y latas de aluminio y papel son portátiles, permitiendo a los bebedores llevarlas a parques, picnics, piscinas y otros lugares donde no llevarían una botella pesada con corcho.

Los ensayos a ciegas y las catas grupales mensuales realizadas por el equipo de Zuccardi han demostrado que la mayoría de los bebedores no pueden distinguir entre el vino envasado en vidrio y el envasado en aluminio. Y lo que es más importante, estas pruebas han demostrado que estos formatos son increíblemente atractivos para los consumidores jóvenes de entre 21 y 39 años. “Ese es el grupo demográfico al que la industria del vino argentina está tratando de llegar en este momento”, dijo Zuccardi.